Pandemia de más conciencia y comunicación.
Azúcar Morena tiene su filosofía en cuanto a producción: “es un proyecto que funciona sólo con mis dos manos. Intento con cada prenda brindar sutil particularidad a las personas para quienes han sido hechas. Hasta hoy prefiero no repetir piezas, salvo en ocasiones específicas. He decidido trabajar así”.
María lleva un camino de cuatro años monetizando su proyecto, uno de ellos, en pandemia. El reto parece monumental, tomando en cuenta la situación económica de nuestro país en todas las escalas. La marca de Matlalli se consume aún por un nicho de mercado que valora una pieza de arte expresada en una prenda. Ella calcula que tiene unos 20 clientes constantes y que su apertura a generar contenido de redes sociales le trajo nuevos consumidores. La venta de ropa durante la pandemia no fue una preocupación, al contrario, el tiempo de cero bazares o tiendas, le brindó la oportunidad de enfocarse más en la creatividad que en la producción. Disfrutó de los procesos, quitó velocidad a sus manos y pensó en estrategias para promover su marca.
No replicar piezas es un trabajo largo de selección. Buscar telas auténticas, diseñarlas, innovar en los materiales, pensar en las fotos, mostrar los productos en Bazares, vender y atender a los clientes, invertir en crear contenido para la página y hacer atractivo el Instagram. Así, la lista de detalles puede continuar.
“La pandemia me ha favorecido porque mucha gente que no conocía mi proyecto se ha acercado. Uso las redes sociales más porque los años anteriores tenía muy pocas publicaciones, casi no tenía nada, porque realmente mis ventas eran en los Bazares, donde vendía todo lo que necesitaba. Mientras tanto, mis clientes originales, en su mayoría mujeres, me siguieron escribiendo para preguntarme si necesitaba apoyo para el proyecto”.
“Actualmente, la mayoría de las prendas con tejidos hechos con hilos industriales, ya tienen color. Los tintes naturales sin duda representan otra labor que, aunado al tejido eleva un tanto más el costo de los productos, más los resultados de un trabajo artesanal, son excepcionales”.
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¿En el aspecto emocional cómo viviste la pandemia?
“Actualmente vivo con mi mamá y mi hermana, no pago renta y todo lo que gano es para invertir en materiales, en mi taller. Los primeros meses en que todo se relajó para mi fueron increíbles, porque cargaba un estrés por el aumento de la producción y había dejado de crear. Tuve tiempo de reinventarme y retomé cosas que había querido hacer. Hice unos diseños que pude vender a buen precio. Trabajé menos por más dinero”.
Matlalli pasó muchas horas de sus días en pandemia en el taller que está afuera de su casa. También abrió la tienda Casa Textil en la colonia Roma, con sus compañeros de escuela. Cada uno vende prendas de su proyecto independiente, pero entre todos pagan la renta del lugar y lo atienden.
La pandemia pese a su connotación negativa, estrechó lazos con su madre, hermana y las comunidades que visitó. Familias completas de vecinos se enfermaron y eso fue un gran peso para cuidar la tortillería, el negocio que atiende su madre todos los días.
“Mi hermana estaba enferma y mi mamá nos dio la fortaleza. Soy afortunada. En mi casa tengo su apoyo, no tengo que pagar una renta y eso me ha permitido avanzar en mi proyecto”.
En septiembre Matlalli viajó a Chiapas cuando el semáforo epidemiológico cambió a verde.
“Me preocupaba que con la pandemia los textileros no estuvieran vendiendo. Llegué y fui a dos casas donde se reúnen tejedoras, muchas me mostraron sus telas y me sentí mal porque quería comprarles a todas, pero era imposible. Tenían esta necesidad grande de querer vender”.
Matlalli sugiere comprar directo con los artesanos y evitar los intermediarios, para que el dinero se quede dentro de la comunidad.
Azúcar para sanar el corazón.
Azúcar Morena es el sueño materializado de María Matlalli, que a través de los colores de un textil se reafirma día a día como mujer emprendedora y fiel a las prendas hechas con procesos artesanales. La moda creada como bien no fungible y más cuando la creatividad se teje con las manos de una mujer que hace cuatro años no imaginaba que la firmeza de sus sueños cosecharía un medio de expresión. Hoy, varios guardarropas tienen parte de su esencia.
Tejer vivencias y compartirlas en una prenda es insustituible y el acercamiento a ellas se comparte de manera orgánica, a través de sus propias redes, en Bazares o en su taller en Xochimilco y en La Casa Textil CDMX ubicada en la colonia Roma, un trabajo colectivo junto a otrxs compañeros tejedores.
Sus manos también, marcan los tiempos de elaboración.
Despertar y tomarse como prioridad ha trazado un camino ascendente para María, que ahora da Talleres, organiza Bazares, visita comunidades de artesanos para apoyarlos y tiene su Casa Textil en Xochimilco y en la colonia Roma. Busca siempre abrir un espacio para la elaboración de productos hechos a mano, que se hacen desde el ánimo y esencia de la persona. Tejer emociones en cada punto.
Matlalli define su marca como un producto de proceso lento, selecto, único, con estilo y raíz. En conmemoración del Día Internacional de la Mujer publicó en sus redes prendas con el color violeta, que se relaciona al movimiento del 8 de marzo e invita a unirse a la marcha virtual.
“Trabajando con los colores del movimiento. Por las que ya no están, por las que aquí andamos y porque somos tejido… ¡Únete!”
El camino de Matlalli ha sido ascendente y al inicio de su proyecto, significó un parteaguas de amor propio y de punto final de relaciones que no comulgaban con sus sueños.
Esto lo ha compartido con las mujeres que están en su vida, como un valor por encima de cualquier circunstancia.
“Me gustaría que las mujeres no dependieran de los hombres. La industria textil es una empresa grande que tiene mucho para dar y hay mucho empleo. Me gustaría encontrar un equipo de mujeres que quisieran trabajar por el bien de ellas y que no actúen respecto a sus relaciones con la pareja. Me he dado cuenta que cuando los hombres miran que ellas están avanzando, las quieren frenar. Pagué por una terapeuta por mucho tiempo, era costoso, hasta que un día entendí que me lo había dicho todo y yo seguía actuando de la misma manera. Es un proceso de cada mujer.
Ropa sin género. A inicios de marzo, María publicó una prenda unisex modelada por un hombre, de tela guatemalteca, misma que se agotó. En otras ocasiones ocupa modelos hombres para mostrar prendas como yukatas (prensa tradicional japonesa), abrigos, ropa de yoga, rompe vientos.
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¿Por qué consideras que aún lo textil se encasilla como una actividad de mujeres?
“El arte textil está dirigido a las mujeres particularmente, pero hay muchos hombres con demasiado talento. Uno de mis compañeros de la colectivo Casa Textil es tejedor y tiene unos trabajos increíbles. Estoy segura que muchos hombres no han ejercido por pensar que no es un trabajo que les corresponde y pienso que no es justo que esté dirigido cualquier carrera a un género, todos deberíamos de hacer lo que nos hace felices y crecer”.
La prioridad de Matlalli es valorarse con felicidad, pues es la manera en la que se abren las puertas, se hacen conexiones con el planeta, pudiendo vestir sus expresiones en gama de tonos.