Ahondar más en la escritura
Un cuarto blanco despejado dentro del hogar, con paso de luz natural, con un “cachito” de piso de linóleo y con toda la creatividad de Sonia Jiménez en sus piruetas y coreografías que recuerdan a los grandes escenarios en sus roles de solista y de carácter como El Lago de los Cisnes, el Cascanueces, Don Quijote, Giselle, La Cenicienta, Sueño de una Noche de Verano, Blancanieves, Romeo y Julieta, entre otros más. Un baile de vida que lleva 24 años y se inició en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA.
La danza es un arte de comunidad, la atmósfera donde crecen los bailarines, el contexto habitual y que la pandemia obligó a cambiar.
“Somos muchas personas conviviendo en las clases desde que somos niños. Estamos siempre con grupos que van desde 10 a 40 personas. Tomar clases sin un maestro corrigiendo, para mí ha sido lo más difícil. Ahora todo depende de mí, no tengo ese grupo de apoyo que normalmente tenía alrededor, eso puede ser lo más frustrante”.
Para poder ensayar, los cambios dentro del hogar fueron constantes. Hallar el mejor lugar para colocar una barra con un espacio que permita hacer centro en el ballet y, con esto, no modificar la estructura que lleva una clase. Una vez logrado, no fue suficiente, fue necesario conseguir “un cachito de piso de linóleo porque para bailar se necesita un piso especial”.
Adaptarse poco a poco, meter después la Mac y dejar todo instalado, ya no es práctico mover los muebles de la sala o el comedor una y otra vez. En estos meses, la paz ha significado para Sonia “tener mi piso, barra, linóleo. Es mi espacio para bailar, mi espacio de danza, y eso da seguridad, pero escribir puedo hacerlo en cualquier lado, simplemente tomo mi computadora y me podría ir a la sala, a la cocina o al cuarto, donde me sienta cómoda en ese momento”.
La especialidad de Sonia no solo es la Danza Clásica y Contemporánea, también la podemos conocer a través de sus poemas y cuentos.
Escribir es parte también de su expresión artística. En el 2014 estudió Literatura y Creación Literaria en el Centro de Cultura Casa Lamm, dos años después estudió la Maestría en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Barcelona, España.
“Empecé a estudiar mi segunda Maestría en línea y ahora que tenemos un poco más de tiempo, pues ayuda. También me he volcado en escribir y ahondar en mi escritura, aprender y crecer en ese ámbito. He apoyado a la Compañía Nacional de Danza como escritora y en proyectos virtuales”.
La cuestión económica contribuye a la tranquilidad. La Compañía no dejó de depositar el sueldo, sin embargo, se pausaron actividades con Ciudad en Escena, una asociación civil dedicada a la difusión y fortalecimiento del arte dancístico en México. Las pláticas presenciales en escuelas y Universidades se cambiaron por micro documentales sobre danza con diferentes temáticas.
“Seguimos manteniendo nuestro sueldo normal, sin recortes. Eso ayuda mucho para mantenernos en forma y concentrarnos en nuestro trabajo y con la compañía Nacional de Danza es difícil hacer las funciones que hacíamos porque son masivas, como de 70 bailarines en el escenario. Hicimos funciones virtuales”.
En verano de 2020, impartió clases de ballet virtuales para alumnos principiantes e intermedios, viró en sus textos hacia temas sociales. Una nueva versión de Sonia.
“No sé quién pueda salir de la pandemia sin reestructurarse por completo, aprendí a ser consciente de mis emociones, mantenerme positiva y activa realizando proyectos”.
Una herencia de danza y letras
Hay dos fuertes razones que Sonia Jiménez tomó en cuenta para ser bailarina y estudiar literatura: su prima Luisa Díaz y su abuela Marta Lilia Abarca.
Y mucho favoreció que su entorno familiar fuera como una casa de arte y danza. Creció viendo a sus primos y hermano como bailarines profesionales, a su abuela como bailarina de danza contemporánea y apasionada a las letras.
Luisa Díaz tiene una trayectoria multipremiada en Europa. Por más de una década, fue bailarina del Béjart Ballet Lausanne y, entre innumerables reconocimientos, destaca también en las letras con su obra Adiós Mauricio, te amo, un testimonio sobre su maestro Maurice Béjart, que se complementa con fotografías del inicio de su trayectoria en Europa, a los 17 años.
“Mi prima es un ejemplo a seguir, es una imagen muy fuerte que tengo, la considero como una hermana mayor. Quería seguir sus pasos, pero nuestras carreras han sido muy diferentes. Ella tuvo la oportunidad de viajar y de ir a muchas compañías y yo estoy estable en la Compañía Nacional de Danza desde hace 14 años”.
Y, sobre la literatura “tengo referencia de mi abuela que estudiaba letras y mis tías que me llevaban a clases de arte y me enseñaban a escribir. Ahí surgió mi primer amor”.
Sonia remarca un fuerte cambio generacional de la apreciación de las mujeres que viven del arte. Cuenta que su abuela tuvo la fortaleza de vivir su sueño, pese a que en su época las mujeres cumplían un rol de tiempo completo ya fuera como esposas o madres, al servicio de los hijos.
“Ella nunca dejó de trabajar, siempre fue maestra de español y de literatura. Eso se acabó. Actualmente, conozco mujeres que tienen sus hijos y continúan con su carrera en la Compañía Nacional de Danza. La carrera termina cuando llegan a la edad del retiro o dependiendo de las metas de las mujeres”.
Pero esto no acaba ahí. La tendencia a creer que el ballet es adecuado para las mujeres también va acercándose a su caducidad, gracias a la renovación de las obras clásicas y al mayor interés de los hombres por la danza.
“Me lo he cuestionado mucho, es un tema que me interesa, siento que es producto de la mercadotecnia que muestra a las bailarinas como suaves, etéreas y que flotan en puntillas para darle ese tono delicado al ballet. La imagen se empezó a bifurcar, pero los hombres siempre han estado en la danza desde el inicio. Si nos remontamos a la época de Luis XIV, en su corte de ballet, la danza de salón era interpretada más por hombres que por mujeres”.
En el presente, una nueva mercadotecnia empuja a la inclusión de hombres. Comúnmente, en las historias del ballet clásico, el hombre rescata a la mujer, mas ahora se puede dar un giro a esas versiones. Por ejemplo, obras como el Lago de los Cisnes y Giselle han sido interpretadas por hombres.
“Se está transformando el lenguaje sobre todo en la danza neoclásica y las versiones contemporáneas. El fin es el arte, que conmueve y genera emociones. El arte tiene un poder transformador de ideas”.
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¿Cómo promueves la igualdad de género en la danza?
“Con la Asociación Civil Ciudad en Escena buscamos romper estereotipos, con pláticas de hombres que viven de esto, tienen un alto nivel atlético y que no tiene que ver con la identidad sexual. Queremos llegar a las escuelas, sobre todo cuando todavía los niños están en edad de cursar una carrera artística”.